Por muy arqueólogos que seamos, por mucha conciencia como colectivo que podamos tener, más pronto que tarde nos hacemos esta pregunta: ¿de qué narices sirve la arqueología? Afortunadamente, el nerviosismo existencial dura poco si reflexionamos sobre el alcance de las bondades de esta ciencia. No ocurre lo mismo, sin embargo, con gente ajena a la disciplina que tiene una imagen distorsionada de la misma (la que fundamentalmente construyen los medios de comunicación) y que sigue confundiendo la arqueología con un alocado pasatiempo de aventureros y frikis.
Todo esto viene a raíz de la publicación de una compañera, también arqueóloga, en Facebook:
Y en un momento como el actual, donde hay seis millones de españoles sin trabajo, sobre todo jóvenes, donde se sigue diciendo que invertir en educación no garantiza mejores resultados (económicos, suponemos, pues así se mide ahora todo), donde la inversión en I+D+I, tanto pública como privada, ha caído estrepitosamente, obligando a exiliarse a muchos de nuestros mejores investigadores.... ¿Tiene sentido hablar de invertir en arqueología? Creo que sí. Teniendo claro que la educación y la sanidad son los principales pilares en los que debe sustentarse nuestra sociedad, la arqueología puede contribuir mucho como parte del primero de ellos.
Y ahí va una serie de diez puntos para justificarlo:
- Invertir en arqueología crea pensamiento democrático. La arqueología es ante todo una ciencia social que estudia al otro, es decir, comparte con la antropología el acercamiento a otras sociedades que frecuentemente son muy distintas a la nuestra pero con las que el grupo de investigación debe empatizar para poder comprender. La arqueología actual nos ayuda a olvidarnos de la idea colonial de ser el ombligo del mundo, a ponernos en el lugar del otro y a ser más solidarios; a reconocer que en lo fundamental todos somos iguales y, por lo tanto, a cimentar nuestras bases democráticas.
- Invertir en arqueología crea pensamiento crítico. La arqueología no es una ciencia exacta. Es imposible, en cualquier caso, saber exactamente qué ocurrió en un determinado yacimiento arqueológico. Esto nos hace tener que buscar siempre nuevos indicios que demuestren, enriquezcan o desmientan teorías porque nada es definitivo. Como en toda ciencia, no sirve que un investigador de renombre lance unas afirmaciones, queremos saber en qué se basa, dónde están los datos, qué pruebas tiene. Todo ello contribuye a crear una mente crítica basada en la razón y no en la creencia.
- Invertir en arqueología aporta valores de cohesión social. Las personas nos identificamos con nuestro pasado. Nos fascina saber de dónde venimos, averiguar quién habitó nuestra tierra antes que nosotros, cómo vivía, con quién se relacionaba. Descubrir los lazos de las sociedades antiguas, su relación con el paisaje, sus medios de trabajo, sus aficiones e ingenios nos enriquecen como sociedad contemporánea y afianzan los lazos de los grupos locales que se sienten parte de un conjunto mayor, que rompe incluso las barreras de la muerte. El trabajo arqueológico, además, debe ser un trabajo en sociedad, que implique relación de la comunidad local con los restos materiales de su pasado y esto fomente, además, su comprensión y aprecio.
- Invertir en arqueología desarrolla la imaginación. La imaginación es un valor cada vez más arrinconado en la educación reglada tradicional -que deriva de sistemas relacionados con el Taylorismo y la organización fabril- y en el capitalismo extremo en el que vivimos donde el valor económico es el pilar fundamental. Sin embargo, sin imaginación no hay progreso, arte ni ciencia. La imaginación nos hace humanos y la arqueología es un impresionante motor de la imaginación: cuando una persona -sea o no arqueólogo- se enfrenta al pasado a partir de sus restos materiales activa una cantidad ingente de mecanismos mentales para observar en su mente aquella sociedad, sus usos, costumbres, arte, ciudades, etc.
- Invertir en arqueología ayuda a muchos sectores científicos y humanísticos. La arqueología es una ciencia multidisciplinar, es decir, necesita del trabajo colaborativo de muchos profesionales, versados en múltiples campos de estudio: arqueólogos, historiadores, antropólogos, arquitectos, restauradores, artesanos, biólogos, geólogos, químicos, informáticos, diseñadores gráficos, ilustradores, guías turísticos, topógrafos, periodistas, etc., etc. Es una forma segura de dar trabajo a gran cantidad de profesionales de muchos ámbitos de la investigación.
- Invertir en arqueología es profundamente patriótico (¡Ojo! ¡Entiéndase bien!). No hablamos de actitudes nacionalistas antihistóricas ni de chovinismos de bandera. No hablamos de buscar las raíces del dialecto valenciano en el íbero ni de sabernos de memoria la lista de reyes visigodos. Hablamos de las posibilidades que tiene la arqueología para mejorar nuestro país, entendido como la comunidad de gente (comunidad de comunidades, más bien) que habita un espacio compartido. Invertir en arqueología puede evitar el exilio al que se está forzando a todos esos profesionales españoles de los que hemos hablado en el punto anterior e, incluso, animar a profesionales extranjeros a que vengan a investigar a nuestro país. Los que se precian de defender a España y "lo español" le están haciendo un flaco favor a nuestro país al fomentar la sangrante fuga de cerebros a la que estamos asistiendo (y que, de paso, les ayuda a rebajar la cifra de desempleo) y esto no se puede permitir.
- Invertir en arqueología enriquece el medio rural. En la sociedad fundamentalmente urbana en la que vivimos cada vez hay más pueblos abandonados, zonas empobrecidas que se empobrecen aún más y se ven abocadas a su desaparición. La inversión en arqueología, debido a la localización extraurbana de gran parte de los yacimientos, puede hacer que parte de los profesionales se trasladen durante ciertas épocas del año a trabajar en zonas rurales codo con codo con la gente de los pueblos, crear "comunidad arqueológica" en ellos y fomentar así el desarrollo del medio rural.
- Invertir en arqueología ayuda a proteger el medio ambiente. La intrínseca relación que existe entre la arqueología y el paisaje está cada vez más reconocida por todos los profesionales. De hecho, cada vez se hacen más estudios conjuntos en este sentido que desembocan, en ocasiones, en rutas naturales/arqueológicas. Todo esto contribuye a fomentar una conciencia ecologista que apuesta por la protección del medio ambiente.
- Invertir en arqueología fomenta el desarrollo tecnológico. Las prospecciones, excavaciones, investigaciones, museos, exposiciones temporales, páginas web, etc., relacionados con la arqueología ponen en uso una impresionante cantidad de tecnologías tanto para conseguir mejores resultados dentro del trabajo de investigación como para contribuir a una mejor divulgación y socialización de los resultados obtenidos. Todo ello genera muchos proyectos de colaboración entre ingenieros que desarrollan las tecnologías más punteras y proyectos arqueológicos que aportan un campo práctico en el que experimentar con ellas. La arqueología se convierte así también en motor de avance tecnológico.
- Invertir en arqueología contribuye al desarrollo económico a todos los niveles. Finalmente, como no puede ser de otro modo, la arqueología también revierte de forma económica lo que se ha invertido en ella. Probablemente no lo haga en cuatro años pero a medio y largo plazo, sin duda, se demuestra como un impresionante motor de riqueza económica. El turismo es uno de los principales pilares de la economía de nuestro país y la arqueología tiene un papel fundamental en ello. No sólo a nivel estatal sino también a nivel local, la arqueología puede constituir un fuerte reclamo para gente de fuera.
Un caso paradigmático de creación de desarrollo económico a raíz, entre otras cosas, de la inversión en arqueología es el de Cartagena (Murcia). |
Sin duda se quedan en el tintero muchas de las razones para invertir en arqueología pero, ¿hacen falta más? Si es así os invito a vosotros mismos a que las propongáis en los comentarios ;)
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